
DUQUE D’A
“Duque es un vino en base de Cabernet Sauvignon de altura, profundo
y lleno de sutilezas, que representa la celebración de la vida”
FRANÇOIS MASSOC
El desembarco
El Cabernet Sauvignon es el cepaje más plantado en Chile y el que ha alcanzado mayor notoriedad. Desembarcó en el país en la segunda mitad del siglo XIX, luego de una larga travesía desde Bordeaux. Duque proviene de una selección masal de esas primeras vides prefiloxéricas, por lo tanto representa el pasado y futuro de algunos de los mejores vinos franceses. El Cabernet Sauvignon fue propagado con mucho entusiasmo en los faldeos de la cordillera de los Andes. Allí se asentó con mucha naturalidad, como si realmente se sintiera en casa, y expresó, desde un comienzo, un sinigual equilibrio y belleza.


En las alturas
En una terraza de origen fluvio-glaciar, a más de mil metros de altura, el viñedo mira hacia el sur, enfrentando la silueta de una montaña que recorta las horas de sol y evita la sobremaduración de sus uvas durante el estivo. Las vides están formadas sobre suelos aluviales y coluviales, con una gradiente de hasta un 15%. “El crecimiento vegetativo es menor y las plantas se preocupan de concentrar los aromas y sabores que encierran sus diminutas bayas”, explica François Massoc. Con sus suelos de piedras y arcillas, vientos que descienden desde los macizos andinos y su intrincada geomorfología, la precordillera de Cachapoal es el lugar perfecto para que Duque desarrolle todo su estirpe y elegancia.
“El Cabernet Sauvignon es la cepa emblemática
de Chile. Se siente muy cómoda en distintas
geologías, pero en la precordillera de Cachapoal
mejor que en muchas partes del mundo”
FRANÇOIS MASSOC

El estilo
Duque no puede ocultar sus orígenes aristocráticos. Sus modales son finos, pero su discurso es siempre honesto, elocuente y punzante. Sus uvas son despalilladas y fermentadas en pequeños tanques abiertos, sin premura ni giros bruscos. Los movimientos son siempre suaves. Siempre por gravedad. François no apura el quehacer de sus levaduras, sino las mantiene contentas y espera que finalicen su trabajo. La fermentación puede durar varias semanas, incluso más de un mes. En el proceso de vinificación, todo es delicadeza, paciencia y preocupación por los detalles. El vino reposa en barricas francesas durante aproximadamente 24 meses, donde termina su fermentación maloláctica, y espera su mejor momento para salir al mercado y compartir su fragrancia, frescura y fineza.
